Thursday, November 17, 2011

Dennis Diderot

Denis Diderot
(Langre, Francia, 1713-París, 1784) Filósofo y escritor francés. Fue el hijo mayor de un acomodado cuchillero, cuyas virtudes burguesas de honradez y amor al trabajo había de recordar más tarde con admiración.


 A los diez años ingresó en el colegio de los jesuitas en Langres 

 En 1728 marchó a París para continuar sus estudios; por la universidad parisiense se licenció en artes en 1732.


En 1746, la publicación de sus Pensamientos filosóficos, en los que proclama su deísmo naturalista, le acarreó la condena del Parlamento de París. Ese mismo año entró en contacto con el editor Le Breton, quien le encargó la dirección, compartida con D’Alembert, de la Enciclopedia.


Durante más de veinte años, Diderot dedicó sus energías a hacer realidad la que fue, sin duda, la obra más emblemática de la Ilustración, a la cual contribuyó con la redacción de más de mil artículos y, sobre todo, con sus esfuerzos por superar las múltiples dificultades con que tropezó el proyecto.En 1749, la aparición de su Carta sobre los ciegos para uso de los que pueden ver le valió ser encarcelado durante un mes en Vincennes por «libertinaje intelectual», 

A finales de 1753 habían aparecido sus Pensamientos sobre la interpretación de la naturaleza.
Lo más notable de su producción lo integraron obras que permanecieron inéditas hasta después de su muerte, aunque fueron conocidas por sus amigos. 
Entre ellas destacan, sobre todo, dos novelas filosóficas: La religiosa y Jacques el fatalista, así como el magistral diálogo El sobrino de Rameau, traducido al alemán por Goethe en 1805.

la obra de Diderot
Muchas de sus concepciones constituyen la base de tratados teóricos, de pautas para creaciones literarias y de criterios valorativos para análisis críticos.
La sensibilidad, una facultad innata y adquirida
Diderot distingue entre la «energía» o fuerza primaria y natural, y la «sensibilidad», resultado de una larga y oscura experiencia: 
La sensibilidad es, pues, a la vez innata y adquirida, y aún más adquirida que innata ya que la edad, la experiencia y la reflexión pueden o bien ahogarla o bien vivificarla. Es, por lo tanto, un proceso más complejo que la simple emotividad.
En este aspecto no existe diferencia entre la sensibilidad moral y la sensibilidad estética que Diderot denomina «instinto», y que no se identifica -hay que advertirlo- con un hipotético «sexto sentido» que es «el resultado de una infinidad de pequeñas experiencias» que comienzan desde el «momento en que abrimos los ojos a la luz hasta aquel en que, orientados secretamente por esos esfuerzos olvidados, afirmamos que tal cosa está bien o mal, es bella o fea, buena o mala, sin que tengamos presente en el espíritu razones para ese juicio favorable o desfavorable» (Lettre à Sophie Volland, 2 sept. 1762, Corres. IV: 125).
Experiencia
Debemos ser muy cautos a la hora de interpretar la noción de «experiencia» que, a veces, emplean los autores para explicar sus diversas concepciones literarias: algunos la utilizan como forma mientras que otros, por el contrario, la usan para referirse a los contenidos sensoriales. «innatas no son las ideas sino sólo esa facultad de sentir y de pensar», que es un vacío sólo rellenable con las percepciones del mundo exterior.
Paradoja
idea extraña, opuesta a lo que se considera verdadero o a la opinión general. En otras palabras, es una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común
En retórica, es una figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción.
         
Sensación y símbolo poético
                  Según la teoría de Diderot los signos físicos, sensoriales, sólo poseen valor estético y sólo      conmueven la sensibilidad cuando nacen de un espíritu conmovido -«el hombre afectivo que es genio y poeta a un tiempo»- y cuando es recibido por otro hombre que comulga con los mismos sentimientos.
Diderot recomienda que se recurra a palabras de significado «vago y oscuro» para lograr un mayor poder connotativo, una mayor capacidad conmovedora: «La claridad es buena para convencer, pero nada vale para conmover.
 La claridad, sea del tipo que fuere, perjudica al entusiasmo.
La poética de la sensación
                  La poesía, en opinión de Diderot, se caracteriza también por la fuerza que encierra para estimular a los diferentes sentidos corporales y, sobre todo, a la imaginación: «Cuanto más vaga es la expresión artística, más a gusto se encuentra la imaginación»

Diderot concibe la poesía como un lenguaje peculiar dotado de una singular fuerza expresiva y simbólica. Las palabras, y todos sus elementos, cuando los utiliza el poeta, se transforman en «jeroglíficos» y en «emblemas» que se llenan de valores afectivos y sentimentales. La acentuación, la rima y todos los efectos sensoriales de la métrica se convierten así en símbolos sonoros y en imágenes acústicas plenas de múltiples virtualidades expresivas y comunicativas

                                          La naturaleza como modelo

Según este autor, el objeto de la Poética es identificar el principio de unidad y armonía que rige la Naturaleza, a la que el poeta debe imitar.
La Naturaleza puede aparecer como un conjunto incoherente de objetos sensibles, pero debemos descubrir la profunda unidad que se oculta bajo estas apariencias. 
Las diferentes manifestaciones de la Naturaleza y los distintos comportamientos humanos están entre sí estrechamente relacionados.
“La Naturaleza es la que da cualidades a la persona: figura, voz, criterio, agudeza. Al estudio de los grandes modelos, al conocimiento del corazón humano, al trato de gentes, al trabajo asiduo, a la experiencia y al hábito del teatro tocan perfeccionar el don de la Naturaleza”

El gusto, fruto de la experiencia sensitiva
Según Diderot, el gusto literario, de la misma manera que el moral, es el fruto de un dilatado proceso de múltiples experiencias: el sentimiento de lo bello -afirma- es el resultado de una larga sucesión de observaciones; y estas observaciones, ¿cuándo se han hecho? En todo tiempo, cada vez que los sentidos captan objetos verdaderos y buenos en las circunstancias que los hacen bellos. El gusto artístico se perfecciona mediante la contemplación o la lectura de las obras de arte, y la reflexión sobre los modelos hace posible la formulación de las leyes que de ellos se deducen.
«Estad seguros de que existe una organización de la cabeza, propia del pintor, del poeta y del orador, organización que nos es desconocida pero que no es menos real, y sin la cual nadie alcanza jamás el primer rango: es un cojo que quisiera ser corredor»
«Es el fruto de los siglos y de los trabajos sucesivos de los hombres»
El gusto, resultado de múltiples experiencias y, al mismo tiempo, facultad para discernir lo bello, se diferencia del talento, que es la capacidad de imitar la naturaleza. El primero se adquiere y se perfecciona; es una conquista y tiene que ver con la técnica. El segundo se recibe y se agradece, es un don relacionado con la inspiración.

Diderot no sólo reconoce la estrecha relación que existe entre la verdad, el bien y la belleza, sino que establece una jerarquía entre los tres valores. La primacía, como es sabido, la concede al bien, y fueron muchos los críticos que le reprocharon su interés de moralizar, lo que, en opinión de algunos, le obligaba, a veces, a falsear sus juicios estéticos. No es extraño, por lo tanto, que a lo largo de toda su vida, sus creaciones poéticas y dramáticas posean una intención resueltamente moral y que la clave última de sus valoraciones artísticas sea la virtud o el vicio.

Referencias bibliográficas
Nociones literarias en la obra de Diderot (en HTML) http://www.cervantesvirtual.com/
La paradoja del comediante, PREMIA EDITORA DE LIBROS, S. A., TALAHUPAN PUEBLA

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